En el escenario de la vida política y social del país nos encontramos con un hecho no demasiado común en nuestra historia: una reforma educativa.
Nadie niega q la educación argentina necesita un cambio para adaptar la generaciones futuras en que vivimos. Pero también se debe tener en cuenta la realidad social en la que viven la mayoría de nuestros chicos que solo la conocemos en profundidad lo que estamos todos los días en las aulas en un rol donde se fusionan en maestro o profesor, el padre, el psicólogo.
La pregunta clave es: ¿sirve esta reforma, que determina la ley 24.195? según la problemática y los intereses, las opiniones están divididas. Por lo tanto utilicemos la lógica: la educación es el motor de un país, invertir en ello en ganancias a largo plazo. De acuerdo con la estructura de la reforma se logra un mejor nivel de educación con menos dinero constante, aunque con un proyecto de inversión inicial importante. por ahora, solo proyecto.
La lectura diaria nos dice: escuelas estatales con el alto grado de problemática edilicia, con cooperadoras en crisis tras la situación desocupacional de los padres (en los últimos años el estado provincial prácticamente no dio ayuda económica para estas mejoras); falta de material básico de trabajo, chicos mal alimentados y con enfermedades sociales (drogadicción, alcoholismo, etc.), y otras que llevarían muchas paginas desarrollar.
El planteo es claro: una reforma educativa debe mejorar, en nivel de enseñanza, aprendizaje (terminar tan tradicional) y fundamentalmente una mejora en la atención educativa. Si la ley federal esta capacitada para hacerlo, cada acto responsable del sistema educativo debe evaluarla, para dar s apoyo refutarla sin mirar tantos sus intereses políticos y económicos, si no el corazón del país por que el futuro de los chicos dependen de nosotros. Eso no tiene precio.
RUBEN A. QUINDT
Prof. Historia-cívica
Dto. Ciencias Sociales
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